jueves, 22 de agosto de 2013

ALGUNOS DATOS SOBRE LA HISTORIA DE LA NEUROPSICOLOGÍA...







 

 Franz Joseph Gall (1758 - 1828)


Un día como hoy, en el año 1828 fallecía en París Franz Joseph Gall, anatomista y fisiólogo alemán, fundador de la FRENOLOGÍA, una antigua teoría que afirmaba la posible determinación del carácter y los rasgos de la personalidad, así como las tendencias criminales, basándose en la forma del cráneo, cabeza y facciones.






Para este autor, el cráneo era el reflejo del desarrollo cerebral y éste a su vez se hallaba organizado en subdivisiones diferenciadas (que denominó órganos), las cuales podían identificar características psicológicas particulares.

Desarrollada alrededor del año 1800 por el neuroanatomista alemán y extremadamente popular durante el siglo XIX, la frenología hoy en día es considerada una pseudociencia, y aunque actualmente ningún profesional suscribiría los principios sobre los que se fundamentó, han ejercido una notable influencia en el desarrollo de la neuropsicología.




lunes, 19 de agosto de 2013

CUIDANDO A LA PERSONA CUIDADORA




La persona cuidadora es aquella que presta apoyo en el entorno de la familia inmediata.  Normalmente son mujeres, y en la mayor parte de los casos, tienen una relación de parentesco directa con la persona que necesita los cuidados.  Actualmente la familia es la fuente principal de cuidados para la persona que se encuentra en una situación de dependencia. En el caso de las personas mayores, éste cuidado proviene en un en un 70% exclusivamente de su entorno familiar.

Esta experiencia puede ser conmovedora y satisfactoria, y puede descubrirnos cualidades, aptitudes o talentos que de otra forma habrían pasado desapercibidas. Además puede estrechar la relación con la persona que cuidamos o con otros familiares, y conseguir que descubramos en ellos facetas interesantes que hasta entonces habían permanecido ocultas para nosotros.

Sin embargo, cuidar a alguien acarrea una gran carga física y psíquica para la persona cuidadora, ya que se adquieren responsabilidades con respecto a la vida del enfermo (medicación, higiene, cuidados, alimentación, etc.). 

La persona cuidadora puede paulatinamente perder su independencia, porque el enfermo cada vez es más dependiente. Se desatiende a sí mismo: no dedica el tiempo libre necesario para su ocio, abandona sus aficiones, no sale con sus amistades, etc. Incluso puede llegar a desarrollar, a causa de la sobrecarga, el llamado síndrome del cuidador, provocado por la dificultad que le comporta el cambio radical de su modo de vida y el desgaste que provoca ver cómo un ser querido va perdiendo progresivamente sus facultades físicas y mentales conforme avanza el curso de la enfermedad.

Se puede sospechar que existe ya sobrecarga en la persona cuidadora de una persona dependiente cuando aparezcan las siguientes situaciones:
  • Problemas de sueño (despertar de madrugada, dificultad para conciliar el sueño, demasiado sueño,...).
  • Pérdida de energía, fatiga crónica, sensación de cansancio continuo, etc.
  • Aislamiento.
  • Consumo excesivo de bebidas con cafeína, alcohol o tabaco, así como abuso de pastillas para dormir u otros medicamentos.
  • Problemas físicos: palpitaciones, temblor de manos, molestias digestivas, etc.
  • Problemas de memoria y dificultad para concentrarse.
  • Menor interés por actividades y personas que anteriormente eran objeto de interés.
  • Aumento o disminución del apetito.
  • Enfadarse fácilmente.
  • Dar demasiada importancia a pequeños detalles.
  • Cambios frecuentes de humor o del estado de ánimo.
  • Propensión a sufrir accidentes.
  • Dificultad para superar sentimientos de depresión o nerviosismo.
  • Tratar a otras personas de la familia de forma menos considerada que habitualmente.
Para tratar esta sobrecarga y sobre todo para prevenirla es importante que la persona cuidadora tenga en cuenta los siguientes consejos:
  • En primer lugar, hacer una reflexión y darse cuenta de que se tiene derecho a llevar una vida propia.
  • Es importante delegar algunas de las responsabilidades en los miembros que componen el entorno social (familiares, amigos, vecinos, etc.).
  • Conviene informarse sobre las ayudas sociales públicas a las que se puede tener acceso.
  • Resulta fundamental comunicar al resto de la familia los sentimientos y los temores para hacerles partícipes del problema, y evitar sentirse culpable cuando se dedica tiempo a sí mismo.
  • No aislarse. Se debe mantener contacto con amigos o vecinos y participar en reuniones sociales.
  • Contactar con personas que estén en la misma condición. La persona cuidadora necesita tener amigos y también nuevos amigos que pueden estar viviendo una situación similar.
  • Mantener actividades que siempre le hayan divertido.
  • Hacer ejercicio con regularidad.
  • Procurar buscar personas, cosas, situaciones y actividades que le satisfagan.
  • Dejar un tiempo semanal para uno mismo, desconectar periódicamente de las obligaciones.
  • Buscar a un familiar o vecino que cuide del enfermo unas horas a la semana para que pueda salir y relajarse.
  • Hacer todo lo que se pueda para conservar la propia salud.
  • Descansar cada día lo suficiente. Aprovechar los periodos en que el enfermo descanse y, si es posible, organizar turnos por la noche.
  • Aprender a decir “NO” ante peticiones no razonables y “ESPERA” ante solicitudes no urgentes si se está ocupado con otra actividad. Conviene fomentar la autonomía.
  • Informarse sobre la enfermedad y la dependencia del familiar. Esto permite saber qué se puede esperar con el tiempo y organizar los cuidados a largo plazo, planificar el futuro.
  • Crear alternativas y “planes B” por si no se puede dar los cuidados por cualquier circunstancia imprevista.
  • Buscar información sobre las técnicas necesarias para un mejor cuidado: higiene, movilización, alimentación, etc. Conviene consultar al equipo médico sin miedo, pues son profesionales que pueden informar y asesorar.
  • Transmitir armonía e intentar sonreír para relajar el ambiente. El enfermo vivirá mejor con alegría a su alrededor.

ORGANIZACIÓN Y EFICIENCIA
  • Pensar bien cuáles son las tareas más importantes que deben realizarse. Darles prioridad frente a las actividades que pueden esperar.
  • Apuntar las cosas que no se pueden olvidar. Marcarlas en un calendario y mantenerlas siempre a la vista.
  • Organizar las actividades alternando las relacionadas con el cuidado directo de la persona en situación de dependencia con otras propias que permitan salir y moverse fuera del hogar.
  • Tomarse tiempo para hacer un descanso entre actividades, y RELAJARSE. Tener en cuenta el tiempo de descanso en la planificación de las tareas.
  • Pedir ayuda, sin esperar a que otras personas adivinen sus necesidades.
  • Buscar apoyo en los demás. Acudir a otros familiares y amigos para que compartan las tareas del cuidado.
  • Intentar mantener las amistades y hacer actividades con ellas.
  • Buscar tiempo para uno mismo, aunque sea poco a la semana.
  • Intentar llevar hábitos saludables de vida.
  • Revisar y ajustar regularmente el esquema de organización.
ALGUNAS CONSIDERACIONES

“Tengo la sensación de que el tiempo no me alcanza para hacerlo todo. Estoy agotada/o y agobiada/o. ¿Qué pasa?”

- Quizá no me esté organizando bien.
- Quizá es que realmente el trabajo me supera, y necesito ayuda.

“¿Qué tareas puedo delegar?”

- El criterio es personal y depende de cada situación. Es importante que entre las actividades que realizamos diariamente, haya tareas que aporten satisfacción personal.

“¿A quién puedo delegar estas tareas?”

- Familiares y amigos. Compartir la responsabilidad del cuidado permite repartir la carga de trabajo y abre la toma de decisiones conjuntas, además que aporta a los demás la satisfacción personal de colaborar en el cuidado. Es importante reconocer que siempre hay algo que los demás pueden hacer para ayudar y que ninguna ayuda es pequeña.
 - La propia persona que se cuida. Manteniendo su independencia y satisfacción personal, pero cuidando no exponerla a fracasos o riesgos innecesarios.
- Servicios e instituciones de apoyo.

EL AUTOCUIDADO

Son todas aquellas actitudes y acciones que adopta el cuidador familiar, encaminadas a valorarse a uno mismo, quererse y cuidarse, Son acciones que, en definitiva, van encaminadas a mantener y mejorar la propia salud física y mental.

“Cuidarse a sí mismo es la mejor manera de cuidar a su familiar”

 


 o   Signos de alerta:

   1.      PENSAMIENTOS ERRÓNEOS:

-          Soy la única persona que puede cuidar de mi familiar.
-          Soy la persona que mejor le cuida.
-          Es mi obligación cuidarle.
-          Sin mí estaría perdido/a.
-          Soy egoísta si quiero tener espacio para mi mismo/a.
-          Tengo que centrar mi vida en cuidarle, y dejar en segundo plano todo lo demás (trabajo, familia, amigos, etc.).
-          Yo puedo con todo…

Recursos que pueden ayudar…
  • Solos no podemos hacer todo. Aceptemos ayuda. Pidámosla si es necesario.
  • Hay que asumir que no siempre tenemos la razón y que las opiniones de los demás pueden ser muy útiles.
  • No culparse de cosas que escapan a nuestro control.
  • Cambiar la frase “tengo que….”, por la frase “intentaré que…”
2.      SOLEDAD Y AISLAMIENTO

-          ¿Cuánto tiempo hace que no quedo con amigos o que no hago cosas con mi marido/hijos/familiares?
-          ¿Dispongo de algunas HORAS a la semana para dedicarlas a mí?
-          ¿Recuerdo la última vez que realicé aquella actividad que me encanta y que solía hacer con regularidad?
-          ¿Tengo la sensación de estar agotado todo el día y que necesito tiempo para poder descansar?
-          ¿Siento que soy la única persona que puede cuidar de mi familiar?
-          ¿Siento que nadie me ayuda?

Algunas pautas útiles…
  • Darnos un poco de tiempo para hacer algo que nos guste, con regularidad.
  • No olvidar a los demás: amigos, familia, gente que nos aprecia y que nos hace reír.
  • Compartir experiencias con personas en situaciones similares.
  • Intentar salir de casa un día o noche a la semana, para desconectar y “re-cargar batería”.
  • Aceptar ayuda de los demás, aunque la persona a nuestro cuidado se oponga.

3. PROBLEMAS FÍSICOS

Usualmente las personas que cuidan se olvidan de cuidarse a sí mismas: no dormir lo suficiente, saltarse comidas, hacer escaso ejercicio físico, llegar al agotamiento, olvidarse de descansar, auto medicarse, incumplir los tratamientos médico propios, etc.
Así que seguramente podemos tener….
  • Fatiga
  • Molestias digestivas
  • Insomnio
  • Tensión muscular
  • Cefaleas
  • Alteraciones del sistema inmunológico
Que debemos hacer….
  • Comer adecuadamente
  • Descansar
  • Ejercitarnos y relajarnos
  • Tener un espacio de ocio propio regular
  • Acudir al especialista si es necesario….
4. LA ANSIEDAD

La ansiedad es normal y saludable. Todo el mundo la experimenta en circunstancias de peligro, en situaciones delicadas o en momentos de preocupación.
La ansiedad puede convertirse en un problema cuando no existe un peligro real o cuando se mantiene durante largos periodos de tiempo. Puede llegar a estar acompañada de síntomas físicos.
Es importante identificar las situaciones que nos generan la ansiedad, y reconocer los síntomas de que se acerca, pues eso nos da la oportunidad de usar técnicas para ayudar a controlarla, como son:
  • Control de la respiración buscando la calma.
  • Estrategias de relajación física y mental.
  • Distracción: música, leer, ver una peli, hablar con un amigo. Algo que nos obligue a fijar la atención.
  • Control de pensamientos. Si nos llega pensamientos inquietantes, conscientemente desecharlos, negarnos a que se queden, buscar cosas que nos distraigan.
Si estos consejos no ayudan, es importante considerar ayuda profesional.

5. DEPRESIÓN

Cuidar a una persona en situación de dependencia puede influir negativamente en la manera de ver, vivir y reaccionar ante las diferentes situaciones.
Pueden experimentarse sentimientos de tristeza y pena que dificulten la situación de cuidado. Esto es comprensible, pero si llegan a ser de gran intensidad, hay que analizarlos, pues podemos estar cerca de sufrir una depresión.
La señal de alerta está en la presencia de al menos tres síntomas, que se prolonguen por más de 2 ó 3 semanas:
  • Sentimientos de tristeza
  • Falta de interés por cosas que nos gustaban
  • Agotamiento físico y emocional, sentimiento de “no tener fuerzas”
  • Aislamiento
  • Pensamientos negativos
  • Llanto
  • Ideas de muerte
  • Irritabilidad
  • Abandono del aspecto físico
  • Cambios en el sueño
  • Problemas de apetito y cambios de peso
Algunas pautas que pueden ayudar:
  • Descansar y darse “tiempos personales” aunque sean cortos.
  • No olvidar a las amistades y divertirse un poco.
  • Pedir ayuda sin esperar a que nos sea ofrecida.
  • Conocer nuestros límites y respetarlos.
  • Plantearnos metas realistas.
  • Perdonarnos si nos equivocamos, saber que estamos haciéndolo lo mejor que podemos.
  • Aplaudir nuestras virtudes y premiarnos por el trabajo bien hecho.
  • No ignorar nuestras propias necesidades.
  • No interpretar miradas, comentarios y actos de los demás como un ataque, no siempre es así. Mejor preguntemos directamente y evitemos malentendidos.
La depresión tiene tratamiento. Busquemos ayuda profesional si los síntomas no son pasajeros.

PREVENIR LESIONES EN LOS CUIDADORES
  • Mantener un estilo de vida saludable, ejercitándose y comiendo saludablemente.
  • Evite permanecer en la misma postura por tiempo prolongado.
  • Utilice calzado cómodo.
  • Recuerde sus límites y pida ayuda cuando la necesite.
  • Para ayudar a alzar o movilizar a una persona, ayúdese de todo su cuerpo, evitando realizar la fuerza con la columna flexionada. Siempre movilícese con la columna recta y en bloque.
  • Mantenga los pies separados para aumentar la base de sustentación y el equilibrio, bloqueando los pies del enfermo y situándonos en la dirección del movimiento.
  • Cuando colabore con el traslado de una persona siempre mantenga las piernas separadas y semi - flexionadas, y ubíquese de frente al lugar donde va a colocar a la persona (silla o cama), evitando realizar flexión y/o rotación de la columna.
  • Sea consciente de su postura, y esté lo más relajado posible, manteniendo siempre las curvas normales de la columna.
  • Mientras realiza el traslado hay que tener concentración plena y evitar movimientos bruscos.
CONDUCTAS INADECUADAS
  • Una actitud extendida, es tratar a los mayores como si fueran niños irresponsables, asumiendo conductas paternalistas y compasivas, negándoles su individualidad y su capacidad como interlocutores válidos. Esto los hace enfadar.
  • Jóvenes y adultos, incluidos profesionales de la salud, y casi siempre con buena intención, deciden sobre la vida de las personas mayores y adoptan actitudes de autoridad que intensifican la dependencia y deterioran la confianza del mayor. No es raro caer en la tentación de criticar, sermonear, dar consejos o formular expresiones como “no se preocupe”, “no pasa nada”, “está usted muy bien”.
  • Las pistas de comunicación no verbal inadecuadas, pueden ser muy contraproducentes (falta de contacto visual, posiciones que delatan prisa, etc).
  • Violar la distancia afectiva que permita mantener la objetividad, puede llevar a situaciones ambiguas y difíciles de resolver (demanda de súper protección y trato especial, o manifestaciones obscenas).
  • Interrumpir las manifestaciones de dolor o el silencio, tanto de los ancianos como de sus familiares cuando, en realidad, son mecanismos de adaptación completamente normales que facilitan el desahogo.
ACTITUD CORRECTA
  • Aceptar a la persona como es, sin juicios ni críticas.
  • Actuar de forma serena y competente.
  • Dar un trato respetuoso, amable y humano, pero con cierta firmeza.
  • Llamar a la persona por su nombre, con el tratamiento de “usted” y personalizando su asistencia en el mayor grado posible. El tuteo no es conveniente salvo si lo pide el anciano.
  • No utilizar una jerga infantil para hablar (bonito, guapo…) pues se puede menoscabar al mayor, ya comprometido por su incapacidad y dependencia.
  • No dar muestras de excesiva confianza a una persona desconocida, por el hecho de que sea mayor y esté en una situación de indefensión.
  • Respetar la individualidad de las personas. No tienen porqué opinar o reaccionar igual, es un error presuponer sus pensamientos.
  • Estar disponible para escuchar, apoyar y aclarar. Se ha de dedicar tiempo y mostrar interés por las preocupaciones del mayor.
  • El mayor suele responder con calma, intercalando pausas. La conversación ha de estar libre de prisas y presiones, dejando tiempo suficiente para las respuestas.
  • Contestar a las preguntas de manera sencilla, breve y lentamente. No elevar la voz, a menos que sea necesario.
  • Mantener el contacto visual y táctil con la persona.
  • Respetar la intimidad.
  • Estimular al anciano para que intervenga en sus cuidados, dándole el tiempo suficiente para que complete las actividades.
  • Besos, besos y más besos. Desarrollando confianza progresiva, con total honestidad, sin ser falsos o sobre-actuar.
RELAJACIÓN
  • Hay que dar un tiempo para descansar y relajar la mente y el cuerpo.
  • Tomar un café, dar un paseo, leer el periódico…, algo que nos distraiga.
  • Relajación con música.
  • Relajación de Jacobson.
  • Respiración.
  • Ejercicios de estiramiento con música.
  • Un largo baño.
  • Ejercicio de descarga: algo que nos libere adrenalina…
  • Algo que nos haga sentir tranquilos y contentos.

CONSEJOS PARA SITUACIONES DE CRISIS
  • Mantener la calma, recordar siempre que muchas cosas son reflejo de la enfermedad, no son cuestiones personales del enfermo hacia nosotros.
  • La serenidad y firmeza dan sensación de control de la situación, hay que aportar seguridad ya que muchas crisis son producto del miedo o confusión.
  • Intentar calmar al enfermo, usando frases cortas y sencillas, con suavidad y afecto, con respeto, y con paciencia. Explicaciones sencillas y lógicas que aporten confianza.
  • Escuchar y atender a lo que nos piden, a veces un sencillo gesto de atención hace la diferencia.
  • Volvamos a explicar las cosas las veces necesarias. Cuando una persona tienen miedo porque sabe que está “olvidando”, el miedo crece y puede producir enfado si se siente estúpido o dependiente por lo que le está pasando.
  • Si no logramos convencer, tratemos de atraer la atención hacia alguna otra cosa o tema que pueda interesar para romper el círculo negativo.
  • La sinceridad con sencillez y claridad, produce confianza y mantiene el respeto.