Un día como hoy, en el año 1828 fallecía en París Franz Joseph Gall, anatomista y
fisiólogo alemán, fundador de la FRENOLOGÍA, una antigua teoría que afirmaba la
posible determinación del carácter y los rasgos de la personalidad, así como
las tendencias criminales, basándose en la forma del cráneo, cabeza y
facciones.
Para este autor, el cráneo era el reflejo del desarrollo
cerebral y éste a su vez se hallaba organizado en subdivisiones diferenciadas
(que denominó órganos), las cuales podían identificar características
psicológicas particulares.
Desarrollada alrededor del año 1800 por el neuroanatomista
alemán y extremadamente popular durante el siglo XIX, la frenología hoy en día
es considerada una pseudociencia, y aunque actualmente ningún profesional
suscribiría los principios sobre los que se fundamentó, han ejercido una
notable influencia en el desarrollo de la neuropsicología.
La persona cuidadora es aquella que
presta apoyo en el entorno de la familia inmediata. Normalmente son mujeres, y en la mayor parte
de los casos, tienen una relación de parentesco directa con la persona que
necesita los cuidados. Actualmente la familia es la fuente principal de
cuidados para la persona que se encuentra en una situación de dependencia. En el
caso de las personas mayores, éste cuidado proviene en un en un 70%
exclusivamente de su entorno familiar.
Esta experiencia puede ser
conmovedora y satisfactoria, y puede descubrirnos cualidades, aptitudes o talentos
que de otra forma habrían pasado desapercibidas. Además puede estrechar la
relación con la persona que cuidamos o con otros familiares, y conseguir que
descubramos en ellos facetas interesantes que hasta entonces habían permanecido
ocultas para nosotros.
Sin embargo, cuidar a alguien
acarrea una gran carga física y psíquica para la persona cuidadora, ya que se
adquieren responsabilidades con respecto a la vida del enfermo (medicación,
higiene, cuidados, alimentación, etc.).
La persona cuidadora puede paulatinamente
perder su independencia, porque el enfermo cada vez es más dependiente. Se
desatiende a sí mismo: no dedica el tiempo libre necesario para su ocio,
abandona sus aficiones, no sale con sus amistades, etc. Incluso puede llegar a
desarrollar, a causa de la sobrecarga, el llamado síndrome del cuidador, provocado por la dificultad que le comporta el
cambio radical de su modo de vida y el desgaste que provoca ver cómo un ser
querido va perdiendo progresivamente sus facultades físicas y mentales conforme
avanza el curso de la enfermedad.
Se puede
sospechar que existe ya sobrecarga en la persona cuidadora de una persona
dependiente cuando aparezcan las siguientes situaciones:
Problemas de sueño (despertar de madrugada,
dificultad para conciliar el sueño, demasiado sueño,...).
Pérdida de energía, fatiga crónica, sensación de
cansancio continuo, etc.
Aislamiento.
Consumo excesivo de bebidas con cafeína, alcohol
o tabaco, así como abuso de pastillas para dormir u otros medicamentos.
Problemas físicos: palpitaciones, temblor de
manos, molestias digestivas, etc.
Problemas de memoria y dificultad para
concentrarse.
Menor interés por actividades y personas que anteriormente
eran objeto de interés.
Aumento o disminución del apetito.
Enfadarse fácilmente.
Dar demasiada importancia a pequeños detalles.
Cambios frecuentes de humor o del estado de
ánimo.
Propensión a sufrir accidentes.
Dificultad para superar sentimientos de depresión
o nerviosismo.
Tratar a otras personas de la familia de forma
menos considerada que habitualmente.
Para tratar
esta sobrecarga y sobre todo para prevenirla es importante que la persona
cuidadora tenga en cuenta los siguientes consejos:
En primer lugar, hacer una reflexión y darse
cuenta de que se tiene derecho a llevar una vida propia.
Es importante delegar algunas de las
responsabilidades en los miembros que componen el entorno social
(familiares, amigos, vecinos, etc.).
Conviene informarse sobre las ayudas sociales
públicas a las que se puede tener acceso.
Resulta fundamental comunicar al resto de la
familia los sentimientos y los temores para hacerles partícipes del
problema, y evitar sentirse culpable cuando se dedica tiempo a sí mismo.
No aislarse. Se debe mantener contacto con amigos
o vecinos y participar en reuniones sociales.
Contactar con personas que estén en la misma
condición. La persona cuidadora necesita tener amigos y también nuevos
amigos que pueden estar viviendo una situación similar.
Mantener actividades que siempre le hayan
divertido.
Hacer ejercicio con regularidad.
Procurar buscar personas, cosas, situaciones y
actividades que le satisfagan.
Dejar un tiempo semanal para uno mismo,
desconectar periódicamente de las obligaciones.
Buscar a un familiar o vecino que cuide del
enfermo unas horas a la semana para que pueda salir y relajarse.
Hacer todo lo que se pueda para conservar la
propia salud.
Descansar cada día lo suficiente. Aprovechar los
periodos en que el enfermo descanse y, si es posible, organizar turnos por
la noche.
Aprender a decir “NO” ante peticiones no
razonables y “ESPERA” ante solicitudes no urgentes si se está ocupado con
otra actividad. Conviene fomentar la autonomía.
Informarse sobre la enfermedad y la dependencia
del familiar. Esto permite saber qué se puede esperar con el tiempo y
organizar los cuidados a largo plazo, planificar el futuro.
Crear alternativas y “planes B” por si no se
puede dar los cuidados por cualquier circunstancia imprevista.
Buscar información sobre las técnicas necesarias
para un mejor cuidado: higiene, movilización, alimentación, etc. Conviene
consultar al equipo médico sin miedo, pues son profesionales que pueden
informar y asesorar.
Transmitir armonía e intentar sonreír para
relajar el ambiente. El enfermo vivirá mejor con alegría a su alrededor.
ORGANIZACIÓN Y EFICIENCIA
Pensar bien cuáles son las tareas más importantes
que deben realizarse. Darles prioridad frente a las actividades que pueden
esperar.
Apuntar las cosas que no se pueden olvidar.
Marcarlas en un calendario y mantenerlas siempre a la vista.
Organizar las actividades alternando las
relacionadas con el cuidado directo de la persona en situación de
dependencia con otras propias que permitan salir y moverse fuera del
hogar.
Tomarse tiempo para hacer un descanso entre
actividades, y RELAJARSE. Tener en cuenta el tiempo de descanso en la
planificación de las tareas.
Pedir ayuda, sin esperar a que otras personas
adivinen sus necesidades.
Buscar apoyo en los demás. Acudir a otros
familiares y amigos para que compartan las tareas del cuidado.
Intentar mantener las amistades y hacer
actividades con ellas.
Buscar tiempo para uno mismo, aunque sea poco a
la semana.
Intentar llevar hábitos saludables de vida.
Revisar y ajustar regularmente el esquema de
organización.
ALGUNAS CONSIDERACIONES
“Tengo la
sensación de que el tiempo no me alcanza para hacerlo todo. Estoy agotada/o y
agobiada/o. ¿Qué pasa?”
- Quizá no me esté organizando bien.
- Quizá es que realmente el trabajo me supera, y necesito ayuda.
“¿Qué tareas
puedo delegar?”
- El criterio es personal y depende
de cada situación. Es importante que entre las actividades que realizamos
diariamente, haya tareas que aporten satisfacción personal.
“¿A quién
puedo delegar estas tareas?”
- Familiares y amigos. Compartir la
responsabilidad del cuidado permite repartir la carga de trabajo y abre la toma
de decisiones conjuntas, además que aporta a los demás la satisfacción personal
de colaborar en el cuidado. Es importante reconocer que siempre hay algo que
los demás pueden hacer para ayudar y que ninguna ayuda es pequeña.
- La propia persona que se cuida.
Manteniendo su independencia y satisfacción personal, pero cuidando no
exponerla a fracasos o riesgos innecesarios.
- Servicios e instituciones de apoyo.
EL
AUTOCUIDADO
Son todas aquellas actitudes y
acciones que adopta el cuidador familiar, encaminadas a valorarse a uno mismo,
quererse y cuidarse, Son acciones que, en definitiva, van encaminadas a mantener
y mejorar la propia salud física y mental.
“Cuidarse a sí mismo es la mejor
manera de cuidar a su familiar”
oSignos de alerta:
1.PENSAMIENTOS ERRÓNEOS:
-Soy la única persona que puede
cuidar de mi familiar.
-Soy la persona que mejor le cuida.
-Es mi obligación cuidarle.
-Sin mí estaría perdido/a.
-Soy egoísta si quiero tener espacio
para mi mismo/a.
-Tengo que centrar mi vida en
cuidarle, y dejar en segundo plano todo lo demás (trabajo, familia, amigos,
etc.).
-Yo puedo con todo…
Recursos que pueden ayudar…
Solos no podemos hacer todo. Aceptemos ayuda.
Pidámosla si es necesario.
Hay que asumir que no siempre tenemos la razón y
que las opiniones de los demás pueden ser muy útiles.
No culparse de cosas que escapan a nuestro
control.
Cambiar la frase “tengo que….”, por la frase
“intentaré que…”
2.SOLEDAD Y AISLAMIENTO
-¿Cuánto tiempo hace que no quedo con
amigos o que no hago cosas con mi marido/hijos/familiares?
-¿Dispongo de algunas HORAS a la
semana para dedicarlas a mí?
-¿Recuerdo la última vez que realicé
aquella actividad que me encanta y que solía hacer con regularidad?
-¿Tengo la sensación de estar agotado
todo el día y que necesito tiempo para poder descansar?
-¿Siento que soy la única persona que
puede cuidar de mi familiar?
-¿Siento que nadie me ayuda?
Algunas pautas útiles…
Darnos un poco de tiempo para hacer algo que nos
guste, con regularidad.
No olvidar a los demás: amigos, familia, gente
que nos aprecia y que nos hace reír.
Compartir experiencias con personas en
situaciones similares.
Intentar salir de casa un día o noche a la
semana, para desconectar y “re-cargar batería”.
Aceptar ayuda de los demás, aunque la persona a
nuestro cuidado se oponga.
3. PROBLEMAS FÍSICOS
Usualmente las personas que cuidan
se olvidan de cuidarse a sí mismas: no dormir lo suficiente, saltarse comidas,
hacer escaso ejercicio físico, llegar al agotamiento, olvidarse de descansar,
auto medicarse, incumplir los tratamientos médico propios, etc.
Así que seguramente podemos tener….
Fatiga
Molestias digestivas
Insomnio
Tensión muscular
Cefaleas
Alteraciones del sistema inmunológico
Que debemos hacer….
Comer adecuadamente
Descansar
Ejercitarnos y relajarnos
Tener un espacio de ocio propio regular
Acudir al especialista si es necesario….
4. LA ANSIEDAD
La ansiedad es normal y saludable.
Todo el mundo la experimenta en circunstancias de peligro, en situaciones
delicadas o en momentos de preocupación.
La ansiedad puede convertirse en un
problema cuando no existe un peligro real o cuando se mantiene durante largos
periodos de tiempo. Puede llegar a estar acompañada de síntomas físicos.
Es importante identificar las
situaciones que nos generan la ansiedad, y reconocer los síntomas de que se
acerca, pues eso nos da la oportunidad de usar técnicas para ayudar a
controlarla, como son:
Control de la respiración buscando la calma.
Estrategias de relajación física y mental.
Distracción: música, leer, ver una peli, hablar
con un amigo. Algo que nos obligue a fijar la atención.
Control de pensamientos. Si nos llega
pensamientos inquietantes, conscientemente desecharlos, negarnos a que se
queden, buscar cosas que nos distraigan.
Si estos consejos no ayudan, es
importante considerar ayuda profesional.
5. DEPRESIÓN
Cuidar a una persona en situación de
dependencia puede influir negativamente en la manera de ver, vivir y reaccionar
ante las diferentes situaciones.
Pueden experimentarse sentimientos
de tristeza y pena que dificulten la situación de cuidado. Esto es
comprensible, pero si llegan a ser de gran intensidad, hay que analizarlos,
pues podemos estar cerca de sufrir una depresión.
La señal de alerta está en la
presencia de al menos tres síntomas, que se prolonguen por más de 2 ó 3
semanas:
Sentimientos de tristeza
Falta de interés por cosas que nos gustaban
Agotamiento físico y emocional, sentimiento de
“no tener fuerzas”
Aislamiento
Pensamientos negativos
Llanto
Ideas de muerte
Irritabilidad
Abandono del aspecto físico
Cambios en el sueño
Problemas de apetito y cambios de peso
Algunas pautas que pueden ayudar:
Descansar y darse “tiempos personales” aunque sean
cortos.
No olvidar a las amistades y divertirse un poco.
Pedir ayuda sin esperar a que nos sea ofrecida.
Conocer nuestros límites y respetarlos.
Plantearnos metas realistas.
Perdonarnos si nos equivocamos, saber que estamos
haciéndolo lo mejor que podemos.
Aplaudir nuestras virtudes y premiarnos por el
trabajo bien hecho.
No ignorar nuestras propias necesidades.
No interpretar miradas, comentarios y actos de
los demás como un ataque, no siempre es así. Mejor preguntemos
directamente y evitemos malentendidos.
La depresión tiene tratamiento.
Busquemos ayuda profesional si los síntomas no son pasajeros.
PREVENIR LESIONES EN LOS CUIDADORES
Mantener un estilo de vida saludable,
ejercitándose y comiendo saludablemente.
Evite permanecer en la misma postura por tiempo
prolongado.
Utilice calzado cómodo.
Recuerde sus límites y pida ayuda cuando la
necesite.
Para ayudar a alzar o movilizar a una persona,
ayúdese de todo su cuerpo, evitando realizar la fuerza con la columna
flexionada. Siempre movilícese con la columna recta y en bloque.
Mantenga los pies separados para aumentar la base
de sustentación y el equilibrio, bloqueando los pies del enfermo y
situándonos en la dirección del movimiento.
Cuando colabore con el traslado de una persona
siempre mantenga las piernas separadas y semi - flexionadas, y ubíquese de
frente al lugar donde va a colocar a la persona (silla o cama), evitando
realizar flexión y/o rotación de la columna.
Sea consciente de su postura, y esté lo más
relajado posible, manteniendo siempre las curvas normales de la columna.
Mientras realiza el traslado hay que tener
concentración plena y evitar movimientos bruscos.
CONDUCTAS INADECUADAS
Una actitud extendida, es tratar a los mayores
como si fueran niños irresponsables, asumiendo conductas paternalistas y
compasivas, negándoles su individualidad y su capacidad como
interlocutores válidos. Esto los hace enfadar.
Jóvenes y adultos, incluidos profesionales de la
salud, y casi siempre con buena intención, deciden sobre la vida de las
personas mayores y adoptan actitudes de autoridad que intensifican la
dependencia y deterioran la confianza del mayor. No es raro caer en la
tentación de criticar, sermonear, dar consejos o formular expresiones como
“no se preocupe”, “no pasa nada”, “está usted muy bien”.
Las pistas de comunicación no verbal inadecuadas,
pueden ser muy contraproducentes (falta de contacto visual, posiciones que
delatan prisa, etc).
Violar la distancia afectiva que permita mantener
la objetividad, puede llevar a situaciones ambiguas y difíciles de
resolver (demanda de súper protección y trato especial, o manifestaciones
obscenas).
Interrumpir las manifestaciones de dolor o el
silencio, tanto de los ancianos como de sus familiares cuando, en
realidad, son mecanismos de adaptación completamente normales que
facilitan el desahogo.
ACTITUD CORRECTA
Aceptar a la persona como es, sin juicios ni
críticas.
Actuar de forma serena y competente.
Dar un trato respetuoso, amable y humano, pero
con cierta firmeza.
Llamar a la persona por su nombre, con el
tratamiento de “usted” y personalizando su asistencia en el mayor grado
posible. El tuteo no es conveniente salvo si lo pide el anciano.
No utilizar una jerga infantil para hablar
(bonito, guapo…) pues se puede menoscabar al mayor, ya comprometido por su
incapacidad y dependencia.
No dar muestras de excesiva confianza a una
persona desconocida, por el hecho de que sea mayor y esté en una situación
de indefensión.
Respetar la individualidad de las personas. No
tienen porqué opinar o reaccionar igual, es un error presuponer sus
pensamientos.
Estar disponible para
escuchar, apoyar y aclarar. Se ha de dedicar tiempo y mostrar interés por
las preocupaciones del mayor.
El mayor suele
responder con calma, intercalando pausas. La conversación ha de estar
libre de prisas y presiones, dejando tiempo suficiente para las respuestas.
Contestar a las
preguntas de manera sencilla, breve y lentamente. No elevar la voz, a
menos que sea necesario.
Mantener el contacto
visual y táctil con la persona.
Respetar la intimidad.
Estimular al anciano
para que intervenga en sus cuidados, dándole el tiempo suficiente para que
complete las actividades.
Besos, besos y más
besos. Desarrollando confianza progresiva, con total honestidad, sin ser
falsos o sobre-actuar.
RELAJACIÓN
Hay que dar un tiempo para descansar y relajar la
mente y el cuerpo.
Tomar un café, dar un paseo, leer el periódico…,
algo que nos distraiga.
Relajación con música.
Relajación de Jacobson.
Respiración.
Ejercicios de estiramiento con música.
Un largo baño.
Ejercicio de descarga: algo que nos libere
adrenalina…
Algo que nos haga sentir tranquilos y contentos.
CONSEJOS PARA SITUACIONES DE CRISIS
Mantener la calma, recordar siempre que muchas
cosas son reflejo de la enfermedad, no son cuestiones personales del
enfermo hacia nosotros.
La serenidad y firmeza dan sensación de control
de la situación, hay que aportar seguridad ya que muchas crisis son
producto del miedo o confusión.
Intentar calmar al enfermo, usando frases cortas
y sencillas, con suavidad y afecto, con respeto, y con paciencia.
Explicaciones sencillas y lógicas que aporten confianza.
Escuchar y atender a lo que nos piden, a veces un
sencillo gesto de atención hace la diferencia.
Volvamos a explicar las cosas las veces
necesarias. Cuando una persona tienen miedo porque sabe que está
“olvidando”, el miedo crece y puede producir enfado si se siente estúpido
o dependiente por lo que le está pasando.
Si no logramos convencer, tratemos de atraer la
atención hacia alguna otra cosa o tema que pueda interesar para romper el
círculo negativo.
La sinceridad con sencillez y claridad, produce
confianza y mantiene el respeto.